"El AVE busca abolir distancias y unir territorios para
acercar a las personas; los del AVE son raíles de prosperidad y también son vías
de entendimiento. El AVE no es un hito aislado, sino un relato inmejorable de
nuestra ambición como país y la expresión de los logros que podemos alcanzar
juntos". Estas frases la pronunció el presidente del Gobierno, Mariano
Rajoy, en enero de este año, cuando estuvo presente en la inauguración de los
tramos de alta velocidad a Girona, que prolongaba el corredor ferroviario desde
Málaga hasta Figueres. Y además de ser unas frases típicas de una inauguración, son la evidencia de que todos los
gobiernos que ha tenido España, fueran cuales fueran sus circunstancias y color
político, han realizado una decidida apuesta por la alta velocidad.
Desde que en 1992, con motivo de la Exposición Universal de Sevilla, se inaugurara la primera red de alta velocidad, España ha completado y puesto en uso más de 3.000 kilómetros de AVE, lo que
constituye la red de alta velocidad ferroviaria más extensa de Europa y la
segunda del mundo, por detrás de China. Y esa red va a seguir creciendo incluso
en la situación de crisis actual en nuestro país. No obstante, los presupuestos
del Ministerio de Fomento para estas infraestructuras se reducirán en 2014 un
3,2 por ciento en relación al ejercicio todavía en curso. En total, se prevé
gastar 3.194 millones de euros en las líneas de alta velocidad, lo que supone
más de un tercio del dinero prometido al Departamento que ahora mismo dirige dirige Ana Pastor.
Hay ahora mismo en marcha hasta 16 proyectos de alta
velocidad, que tienen prevista su inauguración entre 2014 y 2018 y que están divididos en seis zonas (los corredores sur, central, norte, noroeste, mediterráneo
y suroeste). La mayor partida presupuestaria del AVE para el próximo año es la conexión
con Galicia, el corredor noroeste, que se llevará 1.077 millones de euros. La mayor cantidad de esa partida es para la línea que unirá Olmedo, Lubián, Ourense y Vigo, con 876,6 millones de euros, seguido de los 195,4 millones destinado al Eje Atlántico (que conectará Vigo, Pontevedra y Santiago de Compostela) y los 5 millones de la línea Ourense-Lugo-A Coruña.
El corredor mediterráneo se llevará una cantidad muy cercana
a la del AVE a Galicia, 1.005 millones de euros. 606 millones de euros se destinarán a cinco líneas de alta velocidad, Barcelona-frontera francesa, Vandellós-Tarragona, Tarragona-Valencia-Alicante-Murcia, Murcia-Almería y Bobadilla-Granada. Otros 306 millones se destinarán a la adaptación al ancho UIC. Y 93 millones más para este corredor se destinarán a otras acutaciones como el acceso al puerto de Barcelona, la mejora del corredor Antequera-Algeciras o la conexión F. San Luis-San Isidre. Las otras grandes inversiones de alta velocidad para
2014 serán en el corredor norte, con la conexión con Asturias (372 millones) y la Y vasca (377 millones), y el AVE a Extremadura que conectará con la frontera portuguesa (199 millones). La ministra Pastor ya dijo en junio, en una comparecencia
parlamentaria, que su objetivo no era otro que "extender la Alta Velocidad
a todas las comunidades autónomas".
El debate sobre la rentabilidad del AVE o la necesidad de
que tenga parada en algunos municipios parece interminable. Cada vez que se
suscita el debate surgen opiniones enconadas. Lo que está claro es que la alta
velocidad es uno de los signos definitorios de las infraestructuras en España,
que es una constante en las negociaciones entre el Gobierno central y las administraciones
autonómicas y locales, y que su avance parece imparable. Y parece fuera de toda
duda que la marca AVE tiene un gran prestigio internacional y nuestro país ha
recibido la visita de representantes de países como Estados Unidos, Brasil o
China para estudiar el modelo y calibrar la posibilidad de trasladarlo a sus
redes ferroviarias. Por eso sigue creciendo la red, incluso a pesar de su alto
coste de construcción y de mantenimiento.