A las 15.29 horas del 14 de abril de 1992 salió de la
estación madrileña de Atocha y con destino Sevilla el primer tren de Alta
Velocidad que circuló por las vías españolas. Fue la consumación de un milagro,
tanto de la ingeniería, porque se construyó en tiempo récord, como de la
política, porque satisfizo a todo el mundo como eje de las nuevas
comunicaciones del país. Y hoy que los AVE circulan ya por todo el territorio
nacional quizá haya quedado un poco en el olvido el extraordinario hito que
supuso la Alta Velocidad para la ingeniería ferroviaria española, cuya historia
comenzó en realidad casi dos décadas antes, en los años 70, cuando se buscaban
nuevas vías de acceso al sur que solucionaran los muchos problemas existentes.
En aquellos años se buscaba una manera de desatascar la
saturación de Despeñaperros, que tenía una vía de una única dirección y que
permitía unas velocidades máximas de entre 70 y 100 kilómetros hora. Hacer una
segunda vía en ese trazado era prácticamente imposible por la repercusión que
habría tenido en el servicio y por su elevado coste. Entonces surgió la
posibilidad de la Alta Velocidad, inspirada en la línea de estas
características que Francia inauguró en 1981 para unir París y Lyon. Las
decisiones, no obstante, se fueron tomando de una forma bastante improvisada,
en primer lugar porque la primera línea de Alta Velocidad Española iba a ser la
que uniera Madrid, Barcelona y la frontera gala.
¿Por qué no fue así? Por la Exposición Universal que Sevilla
debía acoger en 1992 y que fue finalmente adjudicada en 1985. En octubre de
1986, el Gobierno aprobó el Plan de Transporte Ferroviario que incluía la
construcción del Nuevo Acceso Ferroviario a Andalucía, pero éste debía llegar a
Córdoba y no a Sevilla. Es en diciembre de 1987 cuando el Consejo de Ministros
da el paso decisivo: la nueva obra llegaría a la ciudad hispalense y se
construirá para ser de Alta Velocidad y con el ancho europeo de vía de 1.435
milímetros, no los 1.668 que tenían las líneas convencionales españolas y que
aislaban nuestros ferrocarriles del resto del continente. El Rey Juan Carlos
puso la primera traviesa en 1989 y a partir de ahí la construcción se hizo en
unos plazos vertiginosos y sin retrasos.
El ya mencionado viaje inaugural del AVE, el 14 de abril de
1992, se hizo bajo enormes medidas de seguridad, con nada menos que 3.500
militares vigilando el trazado. Eran unos años en los que el terrorismo de ETA
golpeaba España con mucha intensidad y la imagen internacional del país habría
quedado muy dañada de no prever todas las posibilidades. Francisco Mesa Espejo tuvo
el honor de ser el primer conductor del AVE de Madrid a Sevilla, un viaje que
estuvo presidido por el entonces vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra,
acompañado por numerosas autoridades, entre ellos la presidenta de Renfe, Mercé
Sala, y cerca de 80 periodistas. Tan importante era ese día que el Telediario
de Televisión Española realizó tres conexiones en directo.
Todo salió a la perfección en ese primer viaje de prueba de
la mayor infraestructura de ingeniería ferroviaria que se había construido en
España hasta la fecha, hasta el punto de que el tren llegó a la estación
sevillana de Santa Justa con dos minutos de adelanto. De esta forma, todo
estaba listo para el primer viaje comercial, que tuvo lugar el 21 de abril, un
día después de la inauguración de la Expo'92. La Familia Real casi al completo
utilizó el AVE para regresar a Madrid después de inaugurar el gran evento que acogió
España en 1992 junto con los Juegos Olímpicos de Barcelona. A ese viaje
corresponde la fotografía que acompaña estas líneas.
El AVE fue una absoluta revolución. Redujo las siete horas
que se necesitaban para cubrir el viaje entre Madrid y Sevilla hasta algo menos
de tres, gracias a sus velocidades de entre 270 y 300 kilómetros por hora. Fue
la primera vez que el tren competía con el avión para un destino nacional, en
apenas un año los doce trenes diarios (seis por sentido) ya captaban la mitad
del mercado y pocos meses más tarde se alcanzó un 85 por ciento de cuota. En
septiembre de 1994 se estableció el compromiso de puntualidad, por el cual un
retraso de cinco minutos o más se corresponde con la devolución del dinero
pagado por el billete. En la actualidad, el AVE Madrid-Sevilla mueve casi once
millones de pasajeros al año.
La Alta Velocidad Española es un proyecto que, por su
carácter en ocasiones improvisado, no tiene una paternidad clara. Si acaso, se
puede citar como un éxito político que se apuntó Juan José Barrionuevo como
ministro de Transportes en la época en la que se dieron los pasos finales. La
vía Madrid-Sevilla tiene 471,8 kilómetros de largo, a lo largo de los cuales
hay 31 viaductos que suponen 16.030 metros del trayecto y 17 túneles, que
cubren 9.484 metros. Azierta forma parte de la historia del AVE en España desde
el principio y ya estuvo presente (entonces como Geoteyco) en la asistencia técnica y el control de
calidad de materiales de varios tramos de aquella primera línea.