El pasado día 27 de febrero, con la presencia de la ministra
de Fomento, Ana Pastor, se celebró el acto simbólico de la colocación de la
primera piedra de la ampliación del puente de Rande, una estructura que cuando
se inauguró hace cuatro décadas ya tuvo el honor de ser el puente atirantado
más largo del mundo. Esa obra está llamada a constituir uno de los grandes
hitos modernos de la ingeniería civil, no sólo española sino a nivel mundial,
porque será la primera vez que se amplíe de forma lateral un puente atirantado
de una luz de 400 metros. Y se hará, además, mediante una técnica que evitará
el corte del tráfico en el puente y que tendrá numerosas ventajas también de
cara a la protección medioambiental de la Ría de Vigo.
Pero hagamos un poco de historia. El puente de Rande comenzó
a construirse en 1973, se inauguró parcialmente en 1978 y fue abierto al tráfico el
7 de febrero de 1981. Une los municipios pontevedreses de Redondela y Moala, en
los márgenes del estrecho de Rande, en la Ría de Vigo. El puente fue proyectado
por Fabrizio de Miranda y Alfredo Passaro, fue construido por Cubiertas y
M.O.V.Z., S.A. y costó 3.658 millones de pesetas. Con sus 1.604 metros de
longitud, un vano central de 401 y dos vanos laterales del tramo atirantado de
147 metros cada uno, el tramo atirantado se sostiene con dos pilares en
forma H que se elevan en una altura de 118,6 metros.
Como parte de la AP-9, la autopista del Atlántico, la vía de
gran capacidad que cruza Galicia de norte a sur uniendo núcleos de población
tan importantes como Vigo, Santiago de Compostela o A Coruña, este puente actúa
como el principal eje viario vertebrador de Vigo. La estructura soporta un tráfico
de unos 50.000 vehículos diarios, que llegan a ser 60.000 en las épocas de
mayor densidad del tránsito. Este incremento del tráfico entre la península del
Morrazo y Vigo ha provocado que el tramo Cangas-Teis de la AP-9 llegue a tener
el doble de la intensidad media de vehículos del resto del trazado, por lo que
era más que necesaria una solución a estos problemas.
La obra, que tiene un plazo de ejecución de 23 meses, la ha
proyectado la consultora MC2, del Grupo Typsa, tendrá un presupuesto de 143
millones de euros y consiste en crear un tercer carril en cada sentido de la
circulación, a ambos lados de la calzada ya existente. El sistema constructivo
será muy similar al que ya se utilizó para levantar originalmente la
estructura. El primer paso es la construcción de un embarcadero, que sirve como
base de construcción en tierra, y cuatro plataformas de trabajo junto al arranque
de las piezas principales. De esta forma, se colocan estas estructuras entre la
base del puente y los tajamares de protección. Sobre las plataformas y junto a las pilas se
montan las grúas y los ascensores que permitirán el acceso de los
trabajadores y el ensamblaje de las piezas.
Esto hará que casi todos los trabajos se puedan realizar
desde el agua, con lo que no va a ser necesario interrumpir el tráfico rodado de
los cuatro carriles actuales del viaducto. El siguiente paso es el izado de los
elementos de fijación de los tirantes, cajones metálicos que se fijan después a
la estructura mediante una riostra. Las dovelas se izan después de la misma
forma hasta completar la longitud total del nuevo tramo a ambos lados de la estructura ya existente. Para proteger el
tráfico, se levantará un túnel de seguridad. La nueva calzada tendrá un ancho
libre de cinco metros y tendrá tres zonas de conexión con la calzada actual.
Estas dos circunstancias serán especialmente aprovechables en casos de
emergencia, ya que ese espacio permitirá el paso de dos vehículos ligeros.
La ministra Pastor aseguró en el acto de colocación de la
primera piedra que “este impulso a la autopista AP-9 va a posibilitar mayor
movilidad y bienestar a los ciudadanos, y mayor competitividad a las empresas
que operan en esta zona. El inicio de estas obras representa un avance
importantísimo en términos de vertebración territorial y de progreso para
Galicia”, y se congratuló de que el sistema aprobado no afecte a la circulación
y, al mismo tiempo, tenga un “respeto medioambiental escrupuloso hacia nuestra
ría”. El puente forma parte de un tramo que, hasta 2006, era de peaje. Desde
ese momento, pasó a ser un tramo de peaje en la sombra, financiado a partes
iguales por la Administración General del Estado y la Xunta de Galicia.